A nadie le gusta que le pongan piedras en su camino, pero ¿qué pasa cuando quien las pone eres tú?
¿Alguna vez te has preguntado por qué, justo cuando las cosas van bien, haces algo que lo arruina todo sin saber muy bien por qué? ¿Te ha pasado que procrastinas lo que más deseas? ¿Que evitas una oportunidad soñada o que repites patrones que te hacen daño aunque prometiste no volver a hacerlo?
Eso, querida alma curiosa, es autosabotaje.
Nadie en su sano juicio se levantaría por la mañana diciendo: “Hoy voy a arruinarme las oportunidades, a desconfiar de mí y a dejar todo a medias”. Y sin embargo, lo hacemos. A veces con un poco de culpa y de autoexigencia.
¿Pero por qué haríamos algo así? Pues porque estamos frente a heridas emocionales antiguas que aprendimos a silenciar y que olvidamos que siguen ahí, condicionando muchas de nuestras decisiones.
En este artículo te explico qué es el autosabotaje, por qué lo hacemos, de dónde surge y, sobre todo, cómo empezar a desactivarlo con herramientas prácticas.
El autosabotaje te aleja de tus metas, limitándote y evitando que puedas crecer personal y emocionalmente. La buena noticia es que esta creencia limitante puede ser corregida para que vivas con la plenitud que mereces. En este portal te damos acceso a psicólogos online baratos que cuentan con una excelente formación y años de experiencia ayudando a personas a sentirse mejor. La primera sesión es completamente gratis y sin ningún compromiso:
¿Qué es el autosabotaje exactamente?
El autosabotaje no es ninguna patología. Es un sistema de defensa, creado por una versión de ti que hizo lo mejor que pudo con las herramientas que tenía.
Es como tener un freno de mano puesto sin darte cuenta.
Es una versión herida de ti mismo/a que no confía en que esta vez las cosas sí pueden salir bien.
Es cuando tú mismo/a, desde lo más profundo, boicoteas tu bienestar, tu crecimiento o tus logros. A veces con acciones pequeñas y otras con grandes decisiones. Es esa sensación de desear el cambio, pero volver al mismo lugar una y otra vez.
No es algo que hagas a propósito, sino que surge de manera inconsciente, desde partes de ti que creen que te están protegiendo, aunque en realidad te estén frenando.
Se expresa en decisiones o acciones que te alejan de tus metas, como:
- Postergar proyectos importantes.
- Romper relaciones sanas por miedo al compromiso.
- No atreverte a mostrarte o pedir lo que mereces.
- Mantenerte en dinámicas que ya no te hacen bien.
A veces el autosabotaje te seduce. Se disfraza de prudencia, de sentido común, incluso de perfeccionismo. A veces se vende como humildad, cuando en realidad es miedo al juicio. A veces se disfraza de preparación infinita, cuando lo que hay es terror al fracaso. Se cubre con excusas muy bien elaboradas, incluso con lenguaje técnico, porque no hay nada más ingenioso que una mente autoboiqueteadora tratando de evitar su propio crecimiento. Pero en el fondo tiene raíces profundas.
El autosabotaje desde la psicología analítica
Desde la psicología analítica, el autosabotaje puede entenderse como la manifestación de lo que Jung llamaba “la sombra” – las partes de nosotros/as mismos/as que reprimimos, negamos o no integramos. Esos contenidos inconscientes pueden sabotear nuestros proyectos cuando el consciente no ha negociado con ellos.
En su artículo “The Programming of Self-Sabotage” Jung sugiere que muchas pautas de autosabotaje están programadas desde el pasado: decisiones, creencias, experiencias infantiles que ya no sirven o que se vuelven contraproducentes, pero siguen operando como “software viejo”. Reescribir esos programas implica persuadir al “yo anterior” de que ahora estás en una realidad distinta, más segura o con más recursos.
El autosabotaje se puede interpretar a veces como una lealtad inconsciente a nuestro sistema familiar, un acto de amor mal dirigido: al niño/a que nunca recibió aprobación, al padre que no logró sus sueños, a la versión antigua de ti que sólo conocía la lucha… Sabotearte puede ser tu forma inconsciente de no traicionarlos. Aunque en el proceso te estés traicionando a ti.
Porque, si bien el autosabotaje puede haber sido tu sombra, también es tu pista de baile. Te marca los límites que estás listo/a para atravesar. Es ese temblor justo antes de crecer. Y créeme, temblar no es señal de debilidad, es señal de movimiento. Y el movimiento bien direccionado puede conducir al crecimiento.
¿Todos nos autoboicoteamos?
Sí, todos nos autoboicoteamos. Incluso las personas más exitosas. Y las más espirituales. Y las más trabajadas. Porque el autosabotaje no es un defecto de fábrica, es una estrategia antigua (y humana) de supervivencia emocional. Lo que cambia entre personas es el grado de conciencia que tienen sobre ello y las herramientas que desarrollan para gestionarlo.
El autosabotaje es, en parte, inherente a nuestra naturaleza. Te cuento por qué:
Imagina a tu mente como un sistema diseñado para evitar el peligro más que para buscar el éxito. Y lo que tu mente interpreta como peligro no siempre es real. A veces es sólo algo desconocido, algo nuevo, algo brillante, algo grande… pero que puede activar viejas alarmas internas.
Esas alarmas pueden tener raíces en:
- La infancia: Cuando éramos pequeños/as aprendimos a adaptarnos para sobrevivir emocionalmente. Si recibíamos muestras de amor sólo cuando estábamos en silencio, sin hacer ruido y sin movernos de la silla, y nos regañaban cuando nos expresábamos abiertamente alzando la voz, quizás podríamos autosabotearnos a la hora de expresar abiertamente nuestros deseos más fervientes por lealtad a ese/a niño/a que aprendió que destacar es peligroso.
- Mensajes familiares o culturales: “No te creas tanto”, “el dinero corrompe”, “el amor duele”… Hay frases que nos quedan grabadas y que, sin darnos cuenta, guían nuestras decisiones. Estas frases se transforman en creencias limitantes que nos impiden crecer.
- Traumas, heridas y vergüenzas no resueltas: Hay experiencias que dejan huella y que hacen creer a una parte de nosotros/as que no merece más, mejores cosas o relaciones sanas. Y de esta forma, boicoteamos la posibilidad de tenerlas.
¿Entonces el autosabotaje es inculcado o innato?
Ambas cosas.
Es innato porque como seres humanos estamos diseñados para evitar el dolor y repetir lo que nos es familiar (aunque nos duela).
Es inculcado porque mucho de lo que consideramos “normal” en nuestro comportamiento ha sido aprendido. Lo aprendimos mirando, escuchando y sintiendo el ambiente donde crecimos.
¿Quiénes tienden más al autosabotaje?
El autosabotaje es un fenómeno complejo que no se limita a un solo perfil, pero suele aparecer con más frecuencia en personas que tienen una relación interna conflictiva consigo mismas. Sí, hay personas con ciertos factores que les predisponen a pensar de forma más recurrente que no merecen el bienestar, el éxito o la realización personal:
Baja autoestima
Las personas con baja autoestima tienden a autosabotearse con mayor frecuencia. Aunque se hayan preparado, esforzado y tengan un currículum impecable, en el fondo sienten que no lo merecen. Entonces, cuando aparece algo bueno (un trabajo, una relación, una oportunidad…) el diálogo interno suena algo así como: “Seguro que fue suerte… en cualquier momento se dan cuenta de que no soy tan bueno/a”. Y como eso genera ansiedad, el sistema nervioso (que no distingue entre un oso y una entrevista de trabajo) decide patear el tablero antes de que el éxito tenga la oportunidad de abrir sus alas.
Apego inseguro
Hay dos grandes protagonistas aquí: los que tienen apego ansioso y los que tienen apego evitativo. Ambos juegan al autosabotaje, pero desde manuales distintos:
- El ansioso quiere amor, pero lo vive con terror al abandono. Entonces, cuando la relación empieza a ir bien, se pone intenso, controlador o demasiado disponible. Resultado: la otra persona se agobia, se aleja… y se cumple la profecía.
- El evitativo, en cambio, se siente incómodo con la cercanía emocional. Quiere estar con alguien, pero cuando la cosa se pone íntima, se desconecta, se vuelve esquivo o se enfría de golpe.
Personas con creencias limitantes
No hace falta tener un trauma enorme para autosabotearse. A veces basta con haber crecido escuchando frases como: “el dinero corrompe”, “si te va bien, te envidian”, “no destaques”… Estas ideas se instalan en el inconsciente como alarmas. Así, cuando te empieza a ir bien, suena la sirena interna y tu sistema operativo entra en “modo caos”.
Personas con historias de trauma o negligencia emocional
Si de niño/a el afecto fue condicionado, si tuviste que esforzarte para ser visto/a, o si aprendiste que cada logro venía con un coste (celos, distancia, castigo), no es raro que el éxito adulto se te vuelva incómodo.
La mente, que aprendió a sobrevivir en la escasez emocional, cuando encuentra el bienestar se siente rara. Y lo sabotea, porque prefiere lo conocido (aunque duela) antes que lo incierto (aunque pueda ser bonito).
Cómo empezar a desactivar el autosabotaje: paso a paso
Aquí tienes una guía sencilla y práctica de 10 pasos para empezar a transformar el autosabotaje:
1. Nómbralo
El primer paso para soltar cualquier patrón es hacerlo visible. Lo que no se nombra, te domina. Pero lo que se nombra, empieza a perder poder.
Pregúntate:
- ¿Dónde siento que me estoy autosaboteando?
- ¿Qué cosas importantes he postergado, arruinado o evitado sin entender muy bien por qué?
- ¿Qué patrón se repite?
- ¿A quién estoy siendo leal cuando me autoboicoteo?
Ejercicio: Escríbelo. Sácalo de tu mente y ponlo en el papel. Sé lo más honesto/a posible. Al leerlo es probable que notes que ya no es tan grande como parecía.
2. Escucha el miedo que hay detrás
El autosabotaje no es un problema en sí, es una solución antigua a un miedo más profundo. Intenta protegerte. En vez de juzgarlo, escúchalo.
Pregúntate:
- ¿De qué me está protegiendo esta parte de mí?
- ¿Qué es lo peor que creo que pasaría si me atreviera?
- ¿Qué historia me estoy contando sobre mí mismo/a?
Detrás del autosabotaje suele haber creencias como: “no soy suficiente”, “me van a rechazar”, “no merezco tanto”… No naciste con ellas. Las aprendiste.
3. Haz un escáner corporal y emocional
El autosabotaje también vive en el cuerpo. Se manifiesta en tensión, cansancio, presión en el pecho, nudos en la garganta…
Ejercicio: Cierra los ojos, recuerda una situación reciente donde te autosaboteaste. ¿Dónde lo sientes en el cuerpo? Lleva tus manos allí o visualiza esa zona. Respira profundamente. Susúrrate: “Está bien sentir esto. Estoy aquí. Estoy a salvo”. Repite este ejercicio cada vez que sientas un bloqueo.
4. Cultiva la curiosidad, no el juicio
No te castigues por sabotearte. Obsérvate con ternura. Recuerda que es un mecanismo de protección, que no te estás saboteando por maldad, sino por un miedo no resuelto. Imagina que eres un/a niño/a aprendiendo a ir en bici. Si tienes un mínimo de humanidad, no le gritarías: “¡Hazlo bien de una vez, inútil!”. Seguramente le dirías algo así: “Ya casi lo tienes, sigue practicando, estoy contigo”. Haz eso contigo. Sé esa voz amorosa.
5. Escribe un diálogo interno
El autosabotaje es un conflicto interno entre una parte que quiere avanzar y otra que tiene miedo.
Ejercicio: Te propongo un ejercicio de escritura terapéutica: Escribe un diálogo entre dos voces: la parte valiente que quiere avanzar y la parte que duda y quiere protegerte. Escribir esto te ayudará a dejar de pelearte contigo y empezar a integrar tu vivencia.
Ejemplo:
YO VALIENTE: “Estoy lista para el cambio”.
YO QUE DUDA: “¿Y si fallo? ¿Y si no soy suficiente?”.
YO VALIENTE: “Gracias por protegerme, pero ahora puedo cuidarme yo».
6. Haz un microcambio
No necesitas un gran salto. Sólo un pequeño paso que contradiga ese patrón. Uno. Hoy.
Pregúntate: ¿Qué pequeña acción me acerca, aunque sea un milímetro, a lo que deseo?
Ejemplos:
- Abrir un archivo pendiente y escribir una línea.
- Enviar una propuesta con el precio que mereces.
- No responder a un mensaje que perpetúa una dinámica que ya no eliges.
7. Acto diario de merecimiento (no negociable)
Una raíz profunda del autosabotaje es la creencia de que “no merezco algo mejor”. Sanar eso requiere repetir actos conscientes de amor propio.
Ejercicio:
Elige un gesto pequeño de autocuidado que harás cada día. Sin excusas. Sin negociarlo.
Puede ser:
- Prepararte un desayuno nutritivo.
- Caminar por la naturaleza.
- Respirar profundo durante 3 minutos.
- Escribir una afirmación amorosa en el espejo.
Hazlo cada día como quien riega una planta sabiendo que un día florecerá.
8. Muévete libremente
A veces no es la mente la que necesita cambiar. Es el cuerpo el que necesita moverse.
El autosabotaje puede “atascarse” como energía congelada. Y una forma bonita de liberarla es a través del movimiento libre.
Ejercicio:
Pon una música que te guste. Cierra los ojos y deja que tu cuerpo se mueva sin pensar. Baila sin forma, sin coreografía, sin expectativa. Sacúdete, golpea el suelo con los pies. Mueve tus brazos con fuerza. Baila con rabia, con ternura o con lo que te venga. Y mientras lo haces, repítete: “Suelto lo que ya no necesito. Dejo espacio para lo que sí”.
9. Reescribe una creencia
Tu realidad cambia cuando cambian tus creencias.
Identifica una creencia limitante que alimente tu autosabotaje.
Ejemplo: “no soy suficiente”.
Ejercicio: Ahora formula una nueva creencia. Escríbela en un papel. Una creencia que suene más amorosa y realista: “Estoy aprendiendo a confiar en mí” (por ejemplo). Escribe esa frase (la que tú elijas) y pégala en tu espejo. Léela y repítela cada mañana como un mantra. Al principio quizás te suene rara. Normal, tu mente está reaprendiendo. Pero con repetición + emoción + acción coherente, se va tejiendo tu nueva realidad.
10. Agradece y suelta
El agradecimiento transforma. Agradece a esa parte que te sabotea por intentar protegerte.
Ejercicio: Cierra los ojos y dile internamente: “Gracias por cuidarme tanto tiempo. Ahora puedo cuidarme yo”.
BONUS: Ritual de cierre con fuego o agua
A veces, para cerrar un ciclo de autosabotaje nos puede venir bien un gesto simbólico.
Escribe en un papel lo que eliges soltar: una creencia, un patrón, un miedo… Quémalo (con cuidado), o sumérgelo en agua y deja que se disuelva. Respira hondo y repite internamente: “Elijo confiar en mí. Estoy listo/a para avanzar con amor”.
Si lo necesitas: Pide ayuda
A veces necesitamos que alguien nos sostenga con amor y firmeza. La terapia es un espacio donde el autosabotaje se desactiva porque deja de ser invisible. No es ningún fracaso pedir ayuda. Al contrario: es una forma madura y amorosa de cuidarte.
Reflexión final
Ahora ya sabemos que el autosabotaje no es nuestro enemigo, es nuestro guardián mal informado.
Es esa parte de ti que aún no sabe que ya no estás en peligro, que todavía no sabe que ahora puedes elegir distinto, y que mereces todo eso bueno que te da vértigo.
El autosabotaje no se elimina con fuerza. Se transforma con conciencia, con práctica y sobre todo, con compasión. El camino es con amor, no con lucha.
Así que la próxima vez que sientas que estás a punto de arruinar algo bueno, no corras a corregirte: siéntate contigo, hazte un té, un café (o un vino, no vamos a juzgar), y escucha con compasión lo que esa parte de ti viene a decirte. Y luego decide si esa voz merece microfóno o sólo una despedida cordial.
Sal del bucle y empieza a actuar diferente.
Y si sientes que este viaje hacia adentro se vuelve confuso, pesado o solitario, ¡pide ayuda! La terapia no es para quien está “mal”, sino para quien está dispuesto/a a vivir con más conciencia, libertad y autenticidad. Con trabajo terapéutico se puede hacer consciente este mecanismo, explorando tu historia emocional y liberando patrones que ya no te sirven. Y se pueden ofrecer nuevas formas de relación con uno mismo y con los demás, más coherentes con el deseo y el merecimiento.
Recuerda que autosabotearse es humano, pero dejar de hacerlo es un acto de amor propio.
Autor: Anna R. Campi.
Especialidades:
– Terapeuta Corporal Integrativa.
– Coach de Salud y Bienestar
Los consejos y recomendaciones de este artículo tienen un carácter divulgativo y en ningún caso sustituyen el diagnóstico y tratamiento de un Psicólogo titulado. Si estás atravesando un momento de crisis en tu salud mental, te recomendamos que pidas ayuda profesional.

